Sostienes el cordel de tu corazón con la fuerza exacta para que no se suelte de tu mano. Más temprano que tarde lo dejarás escapar, libre como el viento. Otros tantos aguardan el momento mágico de presenciar la liviandad de los suyos. Allá en la colina está el lugar preciso para soltar lastre hacia las nubes. Quisisteis lanzarlos al viento y pudisteis.
A la orilla del mar, un enorme corazón, fruto medrado del amor universal, quiere volar y no puede. Se agitan las olas con un vaivén que le impide moverse ni mar adentro ni a través del cielo. Pide ayuda. Trata de dársela montándote en la roca más alta y lograrás que flote en el aire.
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