Pudiera ser que tu aliento recuerde a vaho, a frío musgo, a escarcha de líquenes… Quisiera que fuera para siempre, sin ser sueño, abrir la puerta de la terraza y aspirar tu aroma al venir en estos días, donde los charcos reciben saltos de agua de lluvia tardía, tan frágil hasta ahora que no puede hacer pulso contra el viento, que casi sin fuerza alimenta la tierra con tu olor a frescura, con rigor y sin lamento, porque es hora de lloviznar serenamente.
Hermoso, muy hermoso. Huele a sur en cada palabra. Me he permitido enlazarte en mi blog. Un saludo.
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