El reloj de sal es más delicado. Si hay humedad se queda la sal apelmazada y hay que darle dos tarascones para que siga andando. Para los que lo usan parece que muere el tiempo en determinados momentos de la vida y con ellos también ellos mueren. Solo hay que esperar ese pequeño golpecito con el pulgar y seguir de paseo con el reloj de sal.
¿Y quien nos da ese pequeño golpe que ha veces hace falta para poner el reloj en órbita?
ResponderEliminarYo tengo mi particular golpeador.
La vida consiste en encontrar el pulgar que nos permita seguir marcando el ritmo, el de afuera y el de adentro.
Magistral texto.