viernes, 18 de septiembre de 2009

· Luz nocturna

El fulgor de la luna acaricia mi espalda. Por los entresijos de su reflejo me habla de cientos de amores que duermen bajo sus pies, y yo deseo notar su presencia…

Estoy despierta en las alturas de la vigilia, desde donde me acuna con su claridad más absoluta. En nuestra estrecha cercanía, mis dedos intentan tocarla para sentir su rostro grácil y melancólico.

Me alejo de mi duermevela, que permitió por un momento acariciarla, y en mi sueño mis manos se impregnan de luz nocturna y las puntas de mis dedos refulgen como velas encendidas por esta noche
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