Me miro despacio en la fuente de cristal y su quietud deja ver mi reflejo empañado sobre el espejo de aguacero que hubo ayer.
Las recientes gotas que cayeron fueron límpidas y joviales como las prematuras nieves de invierno. Gotas caídas para mis ensueños que gracilmente sonaron en el eco nostálgico de aquella música de otoño tardío.
Tal vez muchos creerán que mi capricho me atrapó en la fuente del deseo, pero yo creí entrever en aquél momento el alma de una gota.
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