Ruperto Chapí, es uno de nuestros grandes maestros del género de Zarzuela. Creador de obras tan señeras como “El Tambor de Granaderos”, “La Revoltosa” o “La Verbena de la Paloma”, es una gloria del mal llamado "género chico". Prolífico y de limpia técnica. Dominó en el género tanto lo cómico como lo dramático. Compuso innumerables zarzuelas, óperas y obras orquestales. Sus tres Cuartetos para cuerda y la suite sinfónica La corte de Granada, sobre todo la Serenata, fueron en su tiempo ejecutadas infinidad de veces, maestro de Manuel de Falla, y si hay algo que achacarle a su biografía, es que fue el fundador de la Sociedad General de Autores y Escritores (S.G.A.E.), aunque supongo que no sería en sus comienzos la cueva de ladrones que es ahora.
Aquí lo traemos para dar otro aspecto distinto del músico, menos castizo pero igualmente interesante. Por un lado el “Nocturno” instrumental perteneciente a su zarzuela “El rey que rabió” y en el que se ve como también el músico participaba de la evolución sinfónica romántica imperante en Europa:
- A los acordes de un Preludio nocturno, los segadores se van, María cierra la puerta y guarda un gran perro, que ladra con furia cuando alguien viene a llamar a la puerta. Es Jeremías, muertos de frío, hambrientos y perseguidos por su capitán, con urgencia buscan refugio en la granja (Raconto: "¡Por Dios! ¡Por la Virgen!") Al principio Juan se niega a darle hospitalidad, pero María lo contradice, ocultando a Jeremías con el perro en la perrera. El perro celoso de inmediato lo muerde, y Jeremías grita pidiendo ayuda - un momento antes de que su capitán llegue con el general y el gobernador en busca de un desertor (Quinteto: "Buenas noches"). -
El rey que rabió fue presentado con un derroche de medios: siete decoraciones nuevas y un vestuario de 300 trajes, pero nos interesa más recordar una anécdota. En el instrumental "Nocturno", un perro queda solo en escena. El libreto anota: "ladra el perro... o quien lo imite". No es fácil que un perro ladre "a tempo" con la música, por ello, el ladrido lo hacía un corista apellidado Prieto, que cobraba como componente del coro y como perro. El correspondiente recibo decía: "Por ladrar en El rey que rabió, dos pesetas". Que sepamos, no nos une ninguna relación familiar con tan hábil intérprete. Aunque no ladraba, aparecía en escena un auténtico perro; se llamaba "Bolero" y era propiedad de Ricardo Ducazcal, el hijo del famoso Felipe, el famoso empresario.
Por otro lado traemos dos cuartetos de cuerda (1 y 2) interpretados por el Brodsky Quartet (mi favorito es el allegreto del cuarteto II en fa mayor), y en donde se ve la estela que proyectará su música más camerística en la evolución del estilo de Falla, y que lo sitúa como un hombre comprometido con la escena de su tiempo.
Pues dedicaré parte del fin de semana a escuchar algo de su música de Cámara. De momento, con la Zarzuela, casi que no puedo.
ResponderEliminarUn abrazo
Pd. Con tantos conciertazos del bueno va a parecer Sevilla, el Soho neoyorkino..
El nocturno que sirve motivo a la entrada, no es zarzuela, nada despreciable por cierto a mi parecer, sino romanticismo casi Mahleriano: unos minutos de atención y quietud.
ResponderEliminarYo creo que si es problema de “pasta”, puedes intentar hacer un poder, y hacer coincidir cuando vengas a Sevilla con los conciertos de Mark Eitzel o Fernando Alfaro (16 / 17 de julio); éstos que organiza la Universidad (CICUS) son de entrada gratuita. ¡Anímate!
Yo me apunto al de Fernando Alfaro, aunque no sería nada desdeñable asistir al estreno de una zarzuela en aquellos años que el magnetofón se puso de moda. Gracias a éste mi bisabuelo podía improvisar en su pueblo pequeñas zarzuelas en las que él cantaba como barítono. ¡Qué tiempos aquellos! que diría mi bisabuelo Jaime.
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