Así como los músicos-compositores en los que se han aunado el éxito con el talento/genialidad han trascendido su época obteniendo así la gloria, los grandes interpretes normalmente obtenían el reconocimiento sólo de su tiempo. Esto se debía a que únicamente los disfrutaban sus contemporáneos, y de éstos unos cuantos afortunados que proclamaban y aireaban su fama. Esta norma ha cambiado desde que tenemos memoria fonográfica.
Algunos intérpretes sin embargo han conseguido notoriedad más allá de su época por unas u otras circunstancias. Éste es el caso del clarinetista-bajo Anton Stadler. Gracias a su amistad fraternal con Mozart, de lo que le estará agradecido para toda la eternidad, obtuvo la gloria por las obras que éste compuso pensando en el desarrollo de la interpretación para el clarinete bajo.
Sus dos obras principales, en este sentido, fueron el Concierto para clarinete K.622 y el que nos ocupa hoy . De hecho a éste se le conoce también por el "quinteto Stadler".
De todas maneras no fué un interprete corriente, ya que colaboró con el constructor de clarinetes Theodore Lotz para perfeccionar su instrumento, y parece que su maestría y virtuosismo influyó para que Mozart se empleara a fondo en estas obras y que su amigo pudiera expresar su talento con toda emotividad.
Un crítico contemporáneo de Viena escribió refiriéndose a Stadler: "Yo jamás habría pensado que un clarinete pudiese imitar la voz humana de una forma tan perfecta como usted lo acaba de hacer. Su instrumento es tan suave, y tiene un sonido tan delicado que nadie que tenga corazón puede resistirse".
El segundo movimiento del concierto es el motivo de esta entrada. Para mí es una de esas obras queridas donde me descubro ante el talento y la sensibilidad de Mozart que hace trascender un sentimiento ensoñador y delicado. Es en estas obras de "pequeña escala", más que en otras, cuando creo que sobresale el mejor Mozart, el humanista más profundo.
-También en el "Diario de un Naufragio".
· Quinteto para clarinete en la mayor, KV 581 de Wolfgang Amadeus Mozart, interpretado por el Clarinette Stadler quintett - (Hagen Quartett, Sabine Meyer).Sus dos obras principales, en este sentido, fueron el Concierto para clarinete K.622 y el que nos ocupa hoy . De hecho a éste se le conoce también por el "quinteto Stadler".
De todas maneras no fué un interprete corriente, ya que colaboró con el constructor de clarinetes Theodore Lotz para perfeccionar su instrumento, y parece que su maestría y virtuosismo influyó para que Mozart se empleara a fondo en estas obras y que su amigo pudiera expresar su talento con toda emotividad.
Un crítico contemporáneo de Viena escribió refiriéndose a Stadler: "Yo jamás habría pensado que un clarinete pudiese imitar la voz humana de una forma tan perfecta como usted lo acaba de hacer. Su instrumento es tan suave, y tiene un sonido tan delicado que nadie que tenga corazón puede resistirse".
El segundo movimiento del concierto es el motivo de esta entrada. Para mí es una de esas obras queridas donde me descubro ante el talento y la sensibilidad de Mozart que hace trascender un sentimiento ensoñador y delicado. Es en estas obras de "pequeña escala", más que en otras, cuando creo que sobresale el mejor Mozart, el humanista más profundo.
-También en el "Diario de un Naufragio".
Aciertas plenamente al señalar que son "en estas obras de "pequeña escala", más que en otras, cuando creo que sobresale el mejor Mozart, el humanista más profundo."
ResponderEliminarNo podemos desdeñar su producción operística, ni sus grandes sinfonías, y qué me dices, de su ciclo para cuartetos de cuerda en su última época, sus Misas, el Requiem, etc, no acabaríamos.
A mi me interesa mucho, cada vez más, la serie de Divertimentos -la Serenata "Gran Partita"- que compuso para viento.
Creo que aquí encontró Mozart su verdadero laboratorio de prueba para poner después en valor(perdón por la cursilería), la armonía y el contrapunto que como un brujo, hizo florecer en este campo. Y con esto vuelvo a tus palabras.
Mozart su vuelve un gigante en lo pequeño.
Eso sólo está al alcance de los Amados por Dios.
¡Qué grande!
Vivir sólo 35 años, y tener una obra a sus espaldas tan genial y tan diversa es sólo privilegio de un genio. Una vida intensa desde luego, en donde tuvo que defender su obra a capa y espada, cargar con una salud débil, ser padre, esposo, buen hijo, y un genio proyectado al futuro. A los que hemos pasado ya esta edad casi que nos sonroja no haber hecho ni una mínima parte de lo que hizo este hombre.
ResponderEliminarToda la razón: su obra es amplia, rica y variada. Abordó todos los géneros y estilos con éxito. El trabajar siempre por encargo no hizo más que espolear su talento para sacar el máximo partido en cada reto. No hay parte de su legado que sea desdeñable. Los divertimentos como dices son una delicia -de “pequeñas obras” nada, tu ya me has entendido.
Gracias amigo.
Cuando dices "memoria fonográfica" te refieres a las partituras, ¿no? Creo que gran parte de su obra se ha salvaguardado y otras las tendría en su cabeza. Gran genio,si señor, que componía para clarinete para que interpretara Stadler a las mil maravillas.
ResponderEliminarEn el video que con mucho gusto has puesto, tiene una belleza perdurable en el tiempo y el clarinete parece dialogar suavemente con el violín en especial, que le contesta con agrado.
Me gustaría saber qué especialidad tenía Mozart en lo tocante a instrumentos. No sé si era el violín o el piano, aunque todo compositor genial debe saber todos los instrumentos que se interpretan en la pieza, pero alguno se le tendría que dar mejor.
Saludos
Creo que no me he explicado bien. Con lo de memoria fonográfica me refería a que, hasta que no aparecieron los medios de grabación y reproducción, no hemos podido escuchar y valorar a a los interpretes anteriores a este hecho que hubieran realizado grabaciones y que ya no están. -fonografía.
ResponderEliminar(De fono- y -grafía).f. Arte de inscribir sonidos para reproducirlos por medio del fonógrafo.-
Como virtuoso Mozart dominaba el clavecín y el violín, y supongo que a partir de ahí sabría valorar las posibilidades de todos los instrumentos. De hecho estaba en contacto con lo constructores de su época, y creo que llego a sugerír mejora sobre ellos.
Tienes toda la razón: la pieza es un puro diálogo entre clarinete y violín. En la elocuencia y nivel de esta conversación está la genialidad del músico.