Mi voz callada se posa sobre una rama fresca, donde las palabras soñadoras se enmudecen en el pensamiento. El porqué de mi justo silencio se mece en la soledad del escondite campestre que he elegido para mi recreo. Ni un susurro sale de mis labios, sellados por la paz que se respira con aroma a lavanda.
Cuando la voz suene, cambiará una parte de mí para irme a otro instante, en el cual podré entonar un canto al silencio, echando la mirada al horizonte, con la esperanza de ver mil ramas frescas en mi paseo.
Airun: Hay que ver lo bien que aciertas en la combinación de los textos con las imágenes que lo ilustran. Me vuelves a dejar con la boca abierta.
ResponderEliminar