La locura y la cordura son grandes amigas, que se abrazan con gran entusiasmo o se rechazan a la mínima de cambio. Caminan juntas y les gusta saber que con ellas participan anónimos en la rodante noria de la vida, con sus traumas vencidos y sin vencer, y suben y bajan superando el miedo a la realidad.
La cordura teme a la locura cuando ésta se monta en un barco fantasma, que no sabe llevar el timón, ni su propio destino. Pierde el rumbo y no sabe qué ruta coger y, en medio de una estruendosa tormenta empieza a irse a pique. La cordura lo único que puede hacer es intentar salvarla con un tronco a pie de camino y ayudarla a emerger de las profundidades del delirio, que hunde donde no cubre.
Cuando la locura no se deja ayudar no hay tronco válido. Sólo un abrazo sentido en el momento exacto puede convertir el desvanecimiento del ánimo en reconciliación.
· Bill Calahan de su último trabajo "apocalyse" (2011)